¿Qué esperanzas aporta la ciencia al mundo de hoy?
Por: Joan Romans
Físico
Diciembre 2021
Foto: Margarida Amigó
Después de casi dos años, el Ámbito ha podido convocar una nueva Cena Hora Europea, la 238 Cena celebrada el jueves 18 de noviembre del 2021. El presidente, Josep M. Forcada, en su saludo inicial expresaba la alegría del reencuentro de tantas personas que nos acompañan. Por ese motivo la propuesta de la Cena era en forma de interrogante: ¿qué esperanzas aporta la ciencia al mundo de hoy?, con el deseo de encontrar respuestas ante todo lo que vivimos.
El moderador, Jordi Cussó, enmarcó el tema de la Cena resaltando el texto de la convocatoria enviada. Un tema denso y extenso tratado por un solo ponente, con una amplia mirada desde su vertiente científica y humanista. Presentó al ponente, David Jou Mirabent que empezó con unas reflexiones generales sobre el sentido de la esperanza y de la incertidumbre, ya que ha habido decepciones fruto de expectativas demasiado grandes, y también del hecho de ignorar unas incertidumbres que son intrínsecas del conocimiento científico y del funcionamiento de la vida.
La esperanza –dijo– es un concepto rico y variado: crea una expectativa positiva, un horizonte de promesa y un resquicio de sentido que pueden ayudarnos en momentos difíciles y, al mismo tiempo, tiene tres grandes territorios a conquistar: el riesgo, la aridez y el fracaso. Por otra parte, –se preguntaba– ¿qué visión del mundo nos da la ciencia? El profesor Jou citó cinco grandes parámetros: el mundo es multivariable, es profundamente interactivo, no lineal, no local y es un mundo inestable.
Y una nueva pregunta era: ¿qué esperanzas pedimos a la ciencia? El ponente respondía que esperamos salud, comodidad, alimento, conocimiento, distracción, longevidad y prosperidad. Algunos de estos aspectos –decía– antes solo los esperábamos de la religión.
Las fuentes de esperanza que podemos tener hoy provienen de la ciencia y de la tecnología, que en cada época habría sido suficiente si hubiera habido más justicia para hacerla llegar a todo el mundo. Es, pues, un problema poner la esperanza solo en la tecnología; de la política, en el sentido de buscar una sociedad más justa; y de la religión. ¿Qué esperanzas aporta la religión –se preguntó– en estos tiempos de pandemia? En otros tiempos habríamos recurrido a la religión, ahora hemos confiado más en la medicina. Por tanto, la esperanza religiosa ha quedado en un interrogante y hace que nos cuestionemos qué nos aporta en este momento.
El profesor Jou siguió hablando de tres tipos de problemas del mundo hoy y tres tipos de esperanza e incertidumbres: pandemia y medicina, cambio climático y energía, y tecnologías digitales y cambio cultural.
Estudios matemáticos hacían prever que, después de las graves epidemias del SIDA y del ébola, hubiera alguna otra. La gran diferencia es que la Covid-19 ha sido mundial. Hay quien se plantea –decía el ponente– si había sido alguna prueba. Es necesario saber que la actual biología sintética podría llegar a crear una molécula viva y que pequeños cambios de las moléculas orgánicas pueden provocar cambios enormes en toda la vida del planeta como ocurrió, por ejemplo, con la fotosíntesis.
Ante esta pandemia la esperanza de la ciencia ha sido la medicina: buscar vacunas. Al mismo tiempo, el virus nos ha dejado en una conciencia de vulnerabilidad porque el virus puede mutar y no sabemos si las vacunas actuales serían eficaces. Nos vemos, pues, como especie, cada vez más dependientes de la técnica. Todo esto introduce aún más incertidumbre. Tenemos esperanza y dependencia en la medicina y al mismo tiempo vulnerabilidad e incertidumbre en el futuro.
La otra gran incertidumbre se sitúa en el cambio climático que no es solo un calentamiento de la tierra fruto de la abundancia del y otros gases en la atmósfera, sino todas las consecuencias que se derivan: cambios biológicos, evaporación excesiva y escasez de agua, desertización, fluctuación y violencia de los fenómenos atmosféricos porque existe un incremento de energía en la atmósfera. Tenemos un gran desconocimiento, puesto que intervienen muchas variables y pequeños cambios pueden tener un efecto multiplicador.
¿Qué esperanzas hay en este campo? Se buscan y se trabajan muchas soluciones tecnológicas pero que conllevan muchos problemas de tipos económicos, políticos, éticos e, incluso, ideológicos.
El profesor Jou siguió comentando que la pandemia ha acelerado el uso de las tecnologías digitales y el teletrabajo, con los pros y contras correspondientes. Por ejemplo, ha creado desigualdades por el hecho de que no todo el mundo tenía posibilidad de fácil acceso a Internet y los problemas domésticos que suponía el teletrabajo.
Estas tecnologías digitales son la base de lo que se llaman nuevos humanismos tecnológicos o digitales. Una nueva pregunta fue: ¿cómo estos nuevos humanismos digitales afectan a la ética, la antropología y la sociología? Y si además pensamos con la creciente robótica y la inteligencia artificial, nos damos cuenta de que van apareciendo nuevos interrogantes éticos. Por ejemplo, si gracias a los robots tenemos más tiempo libre deberemos ver cómo lo llenamos y esto puede llegar a cuestionarnos sobre el sentido de la vida y a hacernos preguntas metafísicas y religiosas.
En definitiva, la ciencia nos da más esperanzas, pero siempre se ha movido dentro de la incertidumbre, ya que las teorías y las tecnologías son siempre provisionales. Es necesario saber relacionar esperanzas tecnológicas con esperanzas humanísticas. Las nuevas tecnologías pueden abrirnos a nuevas formas de vivir la espiritualidad.
El profesor David Jou acabó sus palabras leyendo un poema suyo sobre las esperanzas humanas relacionadas con los temas que fue analizando durante la ponencia.
Acabada su aportación se leyeron otros dos poemas del ponente y se abrió un enriquecedor turno de palabras que ayudó a profundizar aún más las ideas expuestas por el profesor David Jou.