Reseña 250 Cena Hora Europea
Fotografía: Margarita Amigó
Fecha de publicación: 03 de junio de 2024
En el marco de la celebración de la 250 Cena Hora Europea, la directora del Ámbito María Corral, Assumpta Sendra, presentó y condujo el acto. Explicó los orígenes de la creación de la Cena Hora Europea e hizo memoria agradecida a tantas personas que han organizado y convocado las cenas. La primera Cena se celebró el jueves 17 de febrero de 1983 en el Hotel Ritz de Barcelona con el tema La ciudad creadora de humanismo. El formato de la Cena Hora Europea lo creó el Doctor Alfred Rubio, junto con el señor Francesc Viñas. En aquel momento era una propuesta muy innovadora y creativa. El doctor Rubio al describir la Cena resaltaba «la importancia de la temática a tratar según el contexto del momento. La Cena posibilitaba y sigue posibilitando poder exponer el propio pensamiento e invitar a diferentes ponentes para aportar unos contenidos desde un diálogo interdisciplinario». Y Rubio también expresaba «el deseo de que sean cenas festivas, con velas encendidas y flores, con cierta austeridad, pero que cada cena sea como un banquete que nos invita al profundo diálogo desde la cordialidad».
El Ámbito es una entidad que valora y da sentido a la existencia de cada ser humano. Trabajamos para promover valores humanos desde una propuesta de bien social, y consideramos que la reflexión y el diálogo son necesarios para tomar conciencia de la realidad y ofrecer respuestas coherentes desde una mirada realista. Estamos atentos al contexto social que vivimos y, como tantas otras entidades, queremos contribuir al bien de la persona y la sociedad. Somos conscientes de que todo avanza a un ritmo acelerado y destacó que «hoy existen muchas plataformas digitales que permiten la reflexión y el diálogo, pero nosotros todavía mantenemos esta plataforma presencial de la Cena que nos permite la proximidad y también crear vínculos de amistad».
La primera intervención fue a cargo de Josep M. Forcada, presidente del Ámbito María Corral, que justificó el título de la Cena diciendo que pensar significa recordar vivencias, historias, hechos culturales, religiosos, familiares, y la respuesta a los pensamientos nos aparece en el momento menos pensado, y somos capaces de emocionarnos, de tomar decisiones, pero también somos capaces de comunicar a los demás lo que vivimos y sentimos. Repensar significa saborear, elaborar estas ideas, criterios o puntos de vista. Saborear la vida es una realidad que seguramente no tenemos tiempo de hacer porque nos da miedo ser demasiado sinceros con nosotros mismos. Reinventar es esparcir a tu alrededor lo que has pensado, aunque es una aventura porque estás sometido a que los demás te juzguen. Repensarlo es aplicable a todo y es un proceso de la vida diaria.
Es importante saber filosofar, que significa tener amor a la sabiduría. Hay gente que teme entender la vida y complicársela. En nuestro tiempo, la tecnología es cada vez más intensa. Cada época ha tenido sus avances tecnológicos y ha sido necesario que la gente se adaptara, desde el descubrimiento de la rueda y la máquina de vapor hasta la robótica. Los avances no duelen. La inteligencia por mucho que queramos unirla con lo artificial necesita del cerebro humano que la gobierne. Ya no hay nada artificial, todo está construido por la humanidad excepto la naturaleza y todas estas realidades venidas de fuera. La tecnología es un tesoro que nos hace cambiar. Por ejemplo, la energía atómica sirve para crear centrales nucleares, pero también se puede utilizar para matar de forma brutal.
Hay cierto miedo a decir que nos falsificarán la imagen, la palabra… Siempre hay personas que no tienen ética en la vida. El cambio social es difícil, complejo, nos implica a todos de una forma u otra, es lo que hace crecer a la sociedad. Sócrates ya decía que el ser humano es un animal racional, pero este concepto ha cambiado. Hoy podemos entender a la persona a partir de una nueva forma de identificar su interior, es decir, el ser humano es capaz de amar, de tener libertad, lo que nos implica de forma extraordinaria para poder trabajar estos argumentos fundamentales. Los filósofos de la Modernidad hablaban de entrar en el conocimiento de la persona a partir no de unos conceptos estructurales sino a partir de la evidencia del existir, al reconocer unos hechos, unas circunstancias primordiales. Sartre utilizaba la palabra existencia como base de la realidad de la vida, la Ilustración con las evidencias de la libertad, la igualdad y la fraternidad, ha ido configurando un nuevo estilo de ser personas.
No siempre debemos atascarnos en unos moldes de la vida y debemos tener agilidad para ser creativos. Una sociedad que no es creativa queda insensible, colapsada. Marco Aurelio, en el siglo II, en Las Meditaciones ya decía: «No dejes de observar cómo todo surge mediante el cambio, pide que descubramos la fuerza de la introspección para conseguirlo, para alcanzar la responsabilidad y para obtener el bienestar. Todo cambio es semilla de futuro». Debemos ser sabios de nuestro pasado, contemplarlo y leerlo con benevolencia. Cuando pensamos en el futuro estamos pensando en un ente que no existe. Si algún edén debe existir, debe estar dentro de nosotros. Somos los únicos capaces de hacer de nuestra vida un edén, es decir, dar un sentido a la existencia para que nos haga felices.
También propuso que es extraordinariamente necesario considerar ese cambio de paradigmas. Si no subimos accedemos al cambio, nos pasamos la vida gimiendo por no querer decir sí al presente. Nuestra sociedad ha vivido una sacudida fortísima con la pandemia, aunque ha habido muchas sacudidas que han cambiado el ritmo del mundo, como la peste en la Edad Media, la I Guerra Mundial, así como después de la II Guerra Mundial es cuando Sartre comienza a quejarse de que la existencia humana es débil. La Modernidad respeta las leyes de la naturaleza. No tengamos miedo a repensar la existencia de la naturaleza, con la opción de no destruir, hoy ya no nos movemos en unas realidades inamovibles. Nuestra sociedad nos pide que entendamos que somos vulnerables, la muerte es la única certeza de nuestro existir.
Nuestra sociedad entra en ese misterio del que la persona humana debe sentir la humildad de ser, de existir. ¿Cómo nos adaptamos? Es un llamamiento a la intelectualidad, a repensar nuestra existencia. Hay otro tema que nos implica a todos que es el límite de la sociabilidad, ha cambiado nuestra forma de relacionarnos. Hay que hacer nuestra esa cambiabilidad y asumirla con dignidad y valentía o seguiremos empequeñeciéndonos cada día más. Reinventarnos significa tener agilidad para escapar de la losa del inmovilismo, de no saber reinventarse. Si no reinventamos esta realidad social de existir, de un nuevo estilo, de una nueva manera, en la que nos implicamos plenamente porque no tenemos miedo de dejar cosas atrás, no tenemos miedo de entretenernos en mirar el pasado, de mirar al futuro, que será como nosotros lo hacemos, poco a poco, que debemos trabajar con dignidad, con saber hacer. Se debe ser buena persona, reflexiva, que se compromete con su ser y su existir, por él y por los demás.
A continuación, la psicóloga y escritora Maria Mercè Conangla, presidenta de la Fundación Ecología Emocional, hizo unas reflexiones desde la mirada de la Ecología Emocional, que es este modelo que desde 2002 empezaron a trabajar con Jaume Soler. Hizo referencia a los ejes que plantean en su libro Cambio climático emocional: ¿Dónde estamos como sociedad y seres humanos? ¿Este lugar donde estamos realmente nos aporta bienestar, salud emocional, serenidad, sentido de que vale la pena vivir? ¿O estamos en lugares que no solo realmente nos incomodan sino que además nos están provocando enfermedad y una crisis como humanidad?
Apuntó diez transiciones necesarias, la creación de puentes para ir allá donde queremos ir. La primera es no defender el cambio por el cambio. Hay cambios que nos llevan a sitios peores. Debe ser un cambio que debe servir como mejora de las condiciones de la humanidad, de este planeta, de los valores humanos. El cambio no puede ser un valor absoluto que defender, pero los buenos cambios son necesarios. Como seres humanos o cambiamos o no nos mantendremos vigentes, es decir, la esencia de la vida es el propio cambio. Por tanto, uno de los peligros de hacernos mayores podría ser quedarnos anclados en las seguridades, las certezas, las creencias, esto nos transforma en seres rígidos. Xavier Robert de Ventós decía que a medida que nos hacemos mayores deberíamos hacernos de cera pero no de bronce, es decir, hacer una adaptación positiva. No es lo mismo adaptarnos que resignarnos, no debemos resignarnos a lo que hay, a veces nos toca rebelarnos. Recordó una cita de Eric Hoffer: «En tiempos de cambio, quienes estén abiertos a los aprendizajes serán dueños del futuro, pero aquellas personas que crean que ya lo saben todo estarán muy bien equipadas para un mundo que ya no existe».
La tecnología y la ciencia también están avanzando mucho. El problema es su uso. El mundo emocional y la reflexión ética van más lentos que la tecnología. Cuando los retos superan nuestra capacidad de dar respuestas, entramos en crisis, porque nos faltan herramientas personales y emocionales para gestionar una serie de aspectos. Ante el cambio, no debemos negar el miedo, que es una emoción que nos avisa de que debemos ir con prudencia. El miedo debe ser escuchado, debemos transformarlo en la confianza, que nos permite encarar una situación en un entorno incierto. Algunos cambios necesarios porque este clima emocional que sufrimos ahora, lleno de emociones que comienzan en des, como desilusión, desesperanza, desesperación, desánimo, nos quitan la energía. Debemos pasar de la modalidad del programa de supervivencia a la de plenitud de vida. Ya lo decía Erich Fromm, que debemos pasar del verbo tener al ser. El tener es uno de los verbos más conjugados socialmente y poseer uno de los más practicados.
Otro aspecto a destacar es pasar de lo tangible a lo intangible. No es lo mismo la seguridad que la confianza. Quien busca seguridad está a merced de lo que le den fuera. Un cambio necesario es educar desde pequeños a los niños en que no es lo mismo una necesidad que el deseo. Necesitar, necesitar no necesitamos nada, sino que lo deseamos y el deseo no siempre debe cubrirse. Hay que reivindicar la capacidad de las nuevas generaciones de lidiar con las frustraciones ante los ‘nos’. Ante la uniformidad, el pensamiento único y las creencias cerradas socialmente habría que dar espacio al reino de las posibilidades, que tiene que ver con la creatividad y la innovación. No tengamos miedo frente a una situación incierta puesto que puede haber un camino de mejora, de exploración, un aprendizaje. Otra cuestión es el tema de la velocidad en la que vivimos, concretamente de los ritmos y de las prisas. Vivimos en una sociedad que adolece porque los ritmos no son humanos. Hemos integrado tanto la prisa, que el corazón late en clave de un ritmo tan acelerado que a veces la angustia puede confundirse con un ataque cardíaco. La prisa es la antítesis de un sentimiento que necesitamos socialmente urgentemente que es la ternura, la caricia, que requiere ritmos lentos. Cuando avanza la violencia, la ternura retrocede. Necesitamos introducir dos artes: el de la lentitud y el de la paciencia.
Dado que los recursos del planeta y también los personales están sobrepasados, debemos repensar cómo vivimos, por tanto debemos empezar a educar en la frugalidad o la sobriedad. Se está detectando socialmente lo que se llama la incomodidad constitutiva. Ángel Gabilondo lo define como «aquel malestar de la persona que no se siente completa», nunca tiene bastante, siempre está descontenta, eso es un síntoma de nuestro tiempo. Otro tema es el de la soledad no deseada que es una pandemia social y que indica que falta la construcción de un sentimiento que es el intersomos, es decir, el ser humano es un tejido con otros seres humanos y juntos hacemos un tapiz. Otro valor clave es la humildad. Uno de los cambios necesarios será ir del ego al eco. La nueva generación de humanos o serán cuidadores de la vida o no serán. Debemos educar a una generación que cuide no solo de la propia vida sino también de los demás y del planeta.
Finalizó su intervención recordando estas palabras de Edgar Morin: «Al inicio del tercer milenio, estamos entre dos mundos, uno todavía no se ha muerto pero el otro todavía no ha nacido. Estamos en un lugar muy incómodo, en el mundo del que venimos ya no sirven las pautas, y en este intermedio todos nosotros somos comadronas de un mundo nuevo que debemos hacer nacer para las nuevas generaciones». Como decía Casaldáliga «un nuevo mundo y mejor no solo es necesario sino que además ahora ya es urgente».
A continuación se abrió el coloquio con la aportación de algunos asistentes. Y llegó el momento del brindis con el acompañamiento musical de La Traviata de Verdi y con la colaboración de diferentes invitados, entre los que destacamos las palabras del Doctor Xavier Altarriba: «250 es una secuencia; Cenas, comidas; Hora, tiempo; Europea, identidad. Nosotros hacemos una secuencia ritual que no rutinaria de comidas compartidas, que hermanando alimentos con pensamientos en un cronos limitado, hacen del convivir identidad y del respeto entidad, devolviendo en silencio olvidos y ausencias». La velada de celebración de la 250 Cena Hora Europea cerró con la actuación musical a cargo de los cantantes líricos Joan Martínez Colàs y Laia Camps. Una vez más la Cena posibilitó la reflexión y el diálogo y esta vez con un tono aún más festivo.