Assumpta Sendra Mestre
Directora Ámbito Maria Corral
Foto: Assumpta Sendra
Fecha publicación: 7 de abril de 2025
Sabemos que el pensamiento crítico es necesario para argumentar los propios criterios y tomar decisiones. Hagamos eco de algunos fragmentos de una entrevista realizada al filósofo Josep Maria Terricabras Nogueras (1946-2024) casi después de un año de su muerte, el 16 de abril. El titular era «El pensamiento es defensa personal», publicada en enero del año 2004 en la revista RE (realismo existencial), y su contenido sigue siendo de actualidad, ya que tratábamos el tema sobre Pensar que nunca caduca y siempre ejercemos.
Él había publicado el libro Atreveix-te a pensar en qué proponía estimular a los individuos para que piensen con más claridad y más rigor. Le preguntaba: ¿Cómo se hace? Y él respondía que: «Pensar no es algo que se aprenda con facilidad, pero es importante que sea un objetivo. Hay quien piensa –así lo decía Ortega y Gasset– que la claridad es solo la cortesía del filósofo. Pero yo creo que la claridad es un valor sustantivo, un valor en sí mismo. No debemos buscar la claridad como cortesía sino como objetivo básico. Entonces, esto ya lleva ciertas condiciones en el pensar.» Estas condiciones «hacen que no puedas pensar en frases largas cuando tienes prisas. Que tengas que hacerlo con una sintaxis clara, con precisión y que no puedas esconderte detrás de las palabras y hacer ver que la oscuridad es profundidad. Es decir, la profundidad en filosofía debe encontrarse en la superficie, es el descubrimiento de algunas ideas que están al alcance de todos. Esto sí que se puede llegar a hacer y aprender. Por eso tenemos como objetivo la claridad, que tiene una ventaja extraordinaria y es más democrática».
Atreveix-te a pensar es un título que invita a ser atrevido y –le cuestionaba– si la persona tiene miedo de pensar. Él contestaba: «En este punto yo no sé si compartir exactamente la idea del miedo. Solo a medias. Lo que pienso es que a los poderes cada vez les da más miedo que la gente piense. Cuando alguien descubre privadamente el gusto de pensar se lo pasa tan bien que no le da ningún miedo, al contrario, le da placer. El miedo, más bien, es porque el pensamiento puede ser crítico o escéptico, nunca acaba de creerlo todo, ni los eslóganes comerciales, ni los políticos, ni los religiosos. Lo que les va bien, a los poderes, es tener ciertos esquemas y que la gente siga y calle. Tener a personas delante que tienen cierta autonomía provoca angustia. El miedo es para quienes quisieran impedir el pensamiento. Si la gente no se atreve es porque no está puesta en este carril del pensamiento libre, pero cuando la gente se pone a pensar, no le da miedo».
No interesa al poder que los ciudadanos piensen, ya que de alguna forma pueden manipular. Él decía: «Eso me temo. Pero siempre, en todas las épocas históricas, ha habido masas dominadas por otros grupos. Actualmente no estamos en el peor momento sino en el mejor momento de la historia –lo decía hace 21 años– porque ahora los individuos tenemos muchos más recursos. Antes, había millones de personas que no sabían leer ni escribir, no tenían acceso ni a libros ni a informaciones externas más que a las de su entorno; por tanto, era mucho más fácil controlarlos y manipularlos. En ese momento, ser un disidente o pensar por tu cuenta era una heroicidad. Ahora, las formas de dominio son mucho más potentes y podemos volver otra vez a una sociedad controlada, pero a la vez tenemos la posibilidad de reaccionar y defendernos. De esta forma se va descubriendo que el pensamiento es defensa personal y ayuda a vivir. Cuando esto se aprende en grupo es extraordinariamente importante, porque ayuda en esta defensa personal frente a las trampas que te ponen y frente también a las de uno mismo. Hay que ser muy crítico y autocrítico».
Le preguntaba cómo se aprende a pensar, ya que hay muchos factores que influyen y su respuesta fue que: «Pensar significa muchas cosas porque, por ejemplo, una persona que sabe hacer cálculos piensa, pero no es suficiente, porque lo pueden dominar y controlar igualmente, a pesar de tantos cálculos. Hay muchas formas de pensar y la forma de pensar que llamamos ‘pensamiento crítico’ es el componente más importante del individuo. En el aprendizaje del pensamiento, influye el ambiente, el contacto, se aprende por ósmosis y por la experiencia de vivir con alguien más. No hay técnicas determinadas que puedan ayudarnos a sacar conclusiones, a saber ver las dificultades en un argumento, pero sí que el espíritu de precaución y el tener perspicacia se aprenden, porque alguien te lo enseña. El pensamiento es gradual y cambiante. Afortunadamente, debemos pensar que la persona está aprendiendo toda la vida. A veces te das cuenta de que has sido muy dogmático o muy poco comprensivo o muy insensible. Todo esto es pensamiento y observas que no es pura racionalidad, sino que también es emoción y sensibilidad».
En la conversación también decía que para cultivar el pensamiento es necesario tener «los cinco sentidos abiertos, con el contacto, con los demás, con las lecturas, con las influencias, etc. Me gusta formularlo como dieta variada; no quiero decir una dieta gastronómica, sino una dieta cultural. Una persona que hace historia va muy bien que de vez en cuando lea algo, que vaya al cine, que vea una exposición de pintura, asista a un concierto… Tener una dieta variada da cierta estabilidad y capacidad al pensamiento».
Y en la pregunta «Descartes manifestó la proposición tan conocida ‘Pienso, pues existo’. ¿No debería estar al revés: ‘existo, por lo tanto pienso’?» Él respondió: «Eso tendría otro sentido. El objetivo de Descartes era simplemente asegurarse de si podía estar cierto de algo. Por tanto, si pienso es que existo. Desde un punto de vista más existencial y más vital –tal y como se plantea– es la existencia la que te lleva a descubrir el pensamiento. Alguna vez he formulado ‘hablo, por tanto, existo’. ¿Por qué? Porque estoy con otros y, al hablar a los otros y con los demás, me muestro como un humano. Esta es una visión más existencial que la de Descartes, que ofrecía más bien una demostración metafísica».