Por Laura Muñoz
Psicóloga
Barcelona, España, mayo 2010
Foto: Creative Commons
En las últimas décadas, España y Europa se han convertido en destino de inmigración de millones de extranjeros que manifiestan una amplia variedad cultural y lingüística. Según datos de Eurostat de 2008, España es el segundo país europeo con más extranjeros (5,3 millones) y el primero en porcentaje de ellos sobre la población total (11,6%). Por otra parte, han sido España, Italia y Reino Unido los que han acaparado el 75% de la inmigración europea de este siglo, siendo España actualmente el país receptor de 1 de cada 3 inmigrantes. Tal crecimiento en la tasa de inmigración convierte a la integración de los recién llegados en uno de los principales retos para políticos y ciudadanos.
Quizá el contexto donde mejor se refleja el nuevo fenómeno de la multiculturalidad sea la escuela, pudiendo encontrar en la actualidad centros educativos donde reciben clases alumnos y alumnas de hasta 30 nacionalidades diferentes. Así, la escuela surge como un entorno privilegiado para el acercamiento entre culturas y el enriquecimiento que éste supone para el alumnado. A este respecto, Ángel Gabilondo, Ministro de Educación de España, sostiene que hoy es clave encontrar una oportunidad de crecimiento en la diferencia y una “riqueza extraordinaria” en la interculturalidad, ya que permite compartir otras formas de vida y otros valores. De este modo, se pretende mostrar la multiculturalidad y la diversidad en general en las aulas como un acontecimiento enriquecedor para la educación del alumnado, entendida ésta como un proceso integral que incluye no sólo la adquisición de conocimientos, sino también la capacidad de vivir y convivir en sociedad, siendo nuestra sociedad actual considerablemente fluctuante y diversa.
Sin embargo, para aprovechar realmente las potencialidades de la diversidad cultural en las aulas es necesario anticiparse a las necesidades y retos que ésta supone. Profesorado y comunidad escolar en general han manifestado un creciente interés por el fenómeno de la diversidad cultural en la escuela y demandan nuevas estrategias para afrontar la nueva realidad de las aulas. Si bien las administraciones estatales y autonómicas muestran una gran sensibilidad con respecto a la multiculturalidad en los centros educativos, aún existe la necesidad de herramientas concretas que contribuyan a gestionar el día a día en los centros educativos.
Como señala Carlos López Cortinas, secretario general de la Federación de Enseñanza de UGT, con la llegada de la inmigración se produjo un replanteamiento de nuestro sistema educativo y surgió un nuevo interés por renovar metodologías, más acordes a esta realidad. Hace apenas diez años que se llevaron a cabo las primeras medidas para la integración del alumnado inmigrante, a menudo voluntaristas e improvisadas. El enfoque actual, sin embargo, pretende abandonar estas medidas específicas “dirigidas a un colectivo concreto, y basadas en la teoría del déficit, sin tener en cuenta las individualidades” e ir más allá, planteando la diversidad como una potencialidad y defendiendo la capacidad de la escuela como agente de cambio, no sólo del alumnado sino de la sociedad en la que se encuentra inserta.
Recientemente, han surgido diferentes propuestas de profesores e investigadores para la mejoría de la educación en las escuelas españolas partiendo desde una perspectiva multicultural. Una posible intervención ante la heterogeneidad cultural en los centros educativos pasa por fomentar la autonomía de la comunidad educativa del centro. De este modo, Antonio Bolívar, catedrático de didáctica y organización escolar, propone ampliar las formas de participación del profesorado, personal del centro, alumnado, familias y comunidad en la gestión de los centros. Una mayor autogestión por parte de la comunidad educativa y su participación no sólo dentro de los límites estrictamente curriculares de las asignaturas, permitiría promover el desarrollo de proyectos educativos singulares, construidos con la participación de la comunidad escolar y, por tanto, contextualizados y adaptados a las demandas del entorno, tales como proyectos que sirvan para la gestión de la diversidad en el alumnado.
En otro orden de cosas, autores como Fernando Trujillo, de la Universidad de Granada, señalan la relevancia de fomentar la inclusión de un proyecto lingüístico de centro dentro del Proyecto Educativo de Centro (PEC). Trujillo señala que la competencia en comunicación lingüística explica por sí sola buena parte de los resultados escolares de los estudiantes, y la incidencia de destrezas como la lectura o la comprensión oral determinan el grado de éxito de los escolares, lo que sitúa la creación de un proyecto lingüístico en una necesidad clave para la mejora del rendimiento en centros con alumnado multilingüe. Con tal objetivo, propone favorecer el encuentro de profesorado de un mismo centro y de centros diferentes para la elaboración del Proyecto Lingüístico de Centro y la difusión de experiencias y buenas prácticas, así como la creación de cauces de participación de las familias y de convocatorias específicas para la investigación y el diseño de propuestas curriculares y de materiales educativos vinculados al Proyecto Lingüístico de Centro.
Asimismo, otras propuestas relacionadas con la gestión de la diversidad cultural en las escuelas plantean el uso de las TIC como herramienta para cerrar la brecha comunicativa, el fomento de una acción solidaria de apoyo educativo a poblaciones en desventaja social y cultural, o la evaluación de la actuación de los centros educativos y el profesorado en relación con la inclusividad y la interculturalidad.
En definitiva, la llegada a las escuelas de alumnos y alumnas de orígenes distintos y sus familias ha aportado al sistema educativo la entrada de nuevos valores y ha servido de motor de cambio para la comunidad escolar. Si bien hasta ahora la intervención ante esta realidad se centraba en la atención a la diversidad, quizá ha llegado el momento de cambiar este enfoque hacia la búsqueda de la igualdad educativa, fomentando la participación activa de padres y madres, profesorado y alumnado en este proceso de cambio.