Por Natividad Mañana
Colaboradora del Ámbito María Corral
Barcelona, España, septiembre 2008
Foto: Mooste
La llamada nueva economía mueve enormes flujos de capital humano. Un informe de la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas (ECA) revela que la huida de cerebros se ha triplicado en los últimos 40 años. Varios países han perdido, a través de esta inmigración, más del 30% de su población con educación superior. Se estima que los más afectados podrían ser los países del África Subsahariana cuyos recursos profesionales de alta calificación que migran supera las 20.000 personas cada año.
Ingenieros, profesores, enfermeros, economistas, informáticos, médicos, investigadores, jugadores de fútbol, y otros expertos abandonan sus países cada año para invertir sus conocimientos, capacidades y talentos en los países “desarrollados” donde esperan encontrar mejores oportunidades y seguridad en todos los sentidos. La pobreza, los conflictos sociopolíticos, la escasa financiación de la investigación, la falta de oportunidades de desarrollo, los bajos salarios y la constante búsqueda de profesionales por parte de algunos países industrializados, son las principales causas de este fenómeno.
Los sectores más afectados son la sanidad y la educación. Según el New England Journal of Medicine, de los 20 países más afectados en el mundo por la emigración de sus profesionales sanitarios, nueve son africanos. El promedio de médicos africanos que deciden partir al extranjero es de un 29% en el África Subsahariana, llegando a más de 50% en países como Cabo Verde, Gambia, Seychelles, Mauricio, Sierra Leona, Liberia, Angola o Mozambique. Según las cifras de la comisión Económica para África de las Naciones Unidas, entre 1980 y 1991, Etiopía perdió el 75 % de su fuerza de trabajo calificada; en el mismo período, Ghana observó con impotencia la fuga del 60 % de sus médicos y en la actualidad unos 700 ejercen en Estados Unidos. El mismo informe señala que Kenya pierde 20 médicos cada mes. (http://www.redtercermundo.org.uy/texto_completo.php?id=3014).
Estados Unidos, meta de la emigración selectiva
La mayoría emigra a Estados Unidos, otros van a la Unión Europea, Australia o Canadá. Pero Estados Unidos sigue siendo el principal destino de esta migración. Una de las principales razones es el idioma. Por el hecho de haber sido colonias de Inglaterra, la formación universitaria en Etiopía, Gambia, Sudáfrica, Kenya, Nigeria, Mozambique y Camerún es en inglés, lo cual constituye una gran ventaja para emigrar a Estados Unidos. Otro factor que facilita dicha “llamada” es el Programa de Diversificación de Inmigrantes de Estados Unidos (“Green Card Lotery”), que otorga visas de residencia permanente a personas que tienen un alto nivel de estudios y una experiencia profesional mínima que fluctúa entre dos y cinco años, dependiendo del área profesional. (http://www.ikuska.com/Africa/Historia/biografias/e/emeagwali_philip.htm).
Esta política estadounidense no deja indiferente a Bruselas. Pese a que muchos intelectuales del África francófona trabajan en Francia, Bélgica o Canadá, la capital de la Unión Europea observa con inquietud que los inmigrantes mejor preparados migran a EEUU y Canadá, y los menos cualificados escogen Europa. En 2007, la Unión Europea presentó también su proyecto de “Tarjeta Azul” inspirado en la “Green Card” americana. Se trata de un nuevo permiso de residencia que servirá de contrapeso, para atraer a trabajadores extranjeros altamente calificados, para que vengan a trabajar a la Unión Europea con las mismas ventajas que ofrece Estados Unidos.
Síndrome de Robin Hood a la inversa
La emigración de profesionales de países empobrecidos a otros ricos e industrializados, era antaño denominada “fuga de cerebros”. La expresión fue acuñada en los años 60, cuando Estados Unidos acaparó a los médicos del Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial. Hoy, en el argot de los funcionarios de Naciones Unidas, se ha acuñado una expresión más rebuscada: “el síndrome de Robin Hood a la inversa”. Robin Hood -un personaje legendario cuya existencia se sitúa entre los siglos XIV y XV- robaba a los ricos de su tiempo para entregar el botín a los pobres.
Aplicado a África, el síndrome de Robin Hood a la inversa, deja al continente negro exangüe, vaciándolo de sus profesionales cualificados. Para las naciones africanas, esta situación constituye un grave problema, pues no sólo pierden sus recursos humanos cualificados, sino que además deben pagar más de 4.000 millones de dólares al año para cubrir con profesionales extranjeros las plazas que dejan los autóctonos que migran. De este modo, según fuentes de la CNUCE, cada profesional africano que migra genera una pérdida aproximada de 184 mil euros. En ocasiones los profesionales “importados” por los países africanos tienen poca preparación y experiencia; sin embargo son remunerados con salarios que pueden llegar a triplicar el de los profesionales locales. Además, se ha comprobado que gran parte de los profesionales que inmigran no consiguen trabajos acordes a su nivel de educación y terminan trabajando como obreros de la construcción, pequeños comerciantes o peones agrícolas, entre otros oficios.
Por un África responsable y comprometida
Expertos, defensores de derechos humanos, gobiernos africanos y otros críticos se oponen a esta emigración por algunos llamada “nueva colonización”. La Unión Africana pide a los países de acogida que se abstengan de reclutar a trabajadores africanos en sectores necesitados como el sanitario. Su presidente, Alpha Oumar Konaré, subraya que “la inmigración selectiva equivale de hecho a negar a África el derecho al desarrollo”. Él aboga por la lucha contra todos los males que incitan la fuga de cerebros e invita a la creación de una nueva África responsable comprometida y solidaria. Para hacer realidad esta utopía, el Profesor Patrick Utomi, catedrático en la Pan African University, opina que sería necesario promover la creación de empresas, instituciones de enseñanza y de salud con responsabilidad social. En el caso contrario, la fuga de cerebros seguirá siendo, para África, una nueva problemática en el siglo XXI que comienza.