Por Natividad Mañana
Colaboradora del Ámbito María Corral
Barcelona, diciembre 2008
Foto: Sokaris
La voz de la cantante, compositora, actriz y activista pro derechos humanos, más conocida de Sudáfrica, Miriam Makeba, se apagó el pasado 10 de noviembre, a los 76 años de edad, en Castel Volturno, al sur de Italia, tras cantar, “por última vez”, durante media hora en un concierto contra el racismo y la mafia y en apoyo del escritor, Roberto Saviano.
Si morir en pleno oficio es el sueño de muchos artistas, la muerte de Miriam Makeba –más conocida como “Mamá África” – obedece a un doble deseo que resume la esencia de su vida: cantar en todo momento en defensa de sus ideales. Así lo señala uno de sus grandes admiradores, el ex presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela: “ha sido muy propio de ella que sus últimos momentos los viviese sobre el escenario…” (http://www.lavanguardia.es/lv24h/20081110/53575840526.html).
Aquel lunes 10 de noviembre la activista cantó en defensa del escritor italiano Roberto Saviano, quien está amenazado de muerte por la camorra napolitana desde la publicación de su libro “Gomorra”, y también para protestar contra la muerte de seis inmigrantes de Ghana asesinados en septiembre pasado.
Makeba nació en Johannesburgo, el 4 de marzo de 1932, hija de un maestro de escuela y una empleada de hogar. Zenzi Makeba –su nombre de origen- pasó su infancia en plena efervescencia del apartheid; de hecho, con apenas 18 días de vida fue encarcelada junto a su madre durante seis meses. Cinco años más tarde –en 1937- la muerte del padre le llevó a trasladarse junto a su madre y sus hermanos a Pretoria, a la casa de la abuela.
Como éste, muchos hechos marcaron la vida de Miriam haciéndole tomar una precoz conciencia de la realidad social del apartheid que reinaba en su país. Desde esta sensibilidad, Makeba se comprometió a través de la música, a denunciar la pobreza y las injusticias que se estaban cometiendo en Sudáfrica.
Trayectoria
Algunos se preguntarán porqué Makeba eligió la música para combatir el apartheid. La respuesta es simple: en África la música forma parte de la vida y cumple un importante rol en los quehaceres diarios de las personas. El africano utiliza la música para expresar su alegría o su tristeza en bodas, nacimientos, bautizos, funerales, etc. Además, en ese contexto se considera que la música disuade cualquier elemento negativo que altere el equilibrio social.
La joven Zenzi debutó con canciones tradicionales que más tarde mezcló con géneros como el jazz, algunas melodías yiddish y otros estilos populares. En sus inicios, Makeba cantaba en bodas, funerales, bautizos y otros eventos de carácter social. A los 13 años hizo su primera actuación pública y a los 17 años, comenzó a darse a conocer más allá de las fronteras de Pretoria. Poco después, como integrante de “The Black Manhattan Brothers” comenzó su carrera de denuncia del apartheid en Sudáfrica, en una gira que duró tres años y que le llevó por varios países del continente. Lamentablemente, debido al componente político de su música, sus discos fueron prohibidos en su país, con lo cual Makeba tuvo que decidir entre dejar de cantar o exiliarse y escogió el mal menor: el exilio.
En 1958 emprendió el largo camino del exilio que duró 31 años. Desembarcó en Londres, luego en Nueva York y acabó en Guinea Conakri. Durante todo su recorrido Miriam no se desanimó. Siguió utilizando su música y participando en numerosos encuentros internacionales para explicar las injusticias del apartheid. Tras su muerte, su canción “Pata-Pata”, compuesta en 1956 y que llegó a ser récord de ventas en 1967, es el mejor legado de su compromiso con la justicia y la no discriminación, no sólo en Sudáfrica, sino en el mundo entero.