Por Leticia Soberón Mainero
Doctora en Comunicación
Rubí, Barcelona, enero 2013
Foto: silviapastells
Adiós, adiós, 2012. Finalmente el mundo no terminó el 21 de diciembre. Acabas aquí tu recorrido de huracán, que ha dejado en nuestra playa recuerdos variopintos. Mucho sufrimiento, sí. Desconcierto y preguntas sin respuesta. Pero también algunas piedras preciosas, arte, música y una búsqueda incesante de nuevas soluciones, urgentes, para este largo ocaso de una era. Un año, como tantos que queda enmarcado para la colección tras las celebraciones más o menos alegres de despedida del año. Un año de transición a algo aún desconocido.
Y nos asomamos ahora al recién nacido 2013, siguiente eslabón de la cadena, que llega en una nave entre la bruma; no distinguimos bien sus rasgos, aunque siendo tan pequeño, poco podría indicarnos su incipiente fisonomía.
Es habitual en estas fechas hacer un balance, más o menos apresurado y huidizo, sobre lo que vivimos durante los doce meses anteriores. Qué pasó, quién impactó en nuestra vida, qué acontecimientos marcaron la convivencia social. Los muchos resúmenes mediáticos de cada año nos traen a la memoria los sucesos más visibles en el gran escenario del mundo.
A veces nos sentimos sólo espectadores de muchos procesos que nos superan, que van por encima de nuestras cabezas y que de algún modo sufrimos pasivamente sin poder intervenir. Pero en el siglo XXI no podemos conformarnos con mirar desde la barrera. Las personas, cada una en su pequeña medida, contribuimos a construir la historia de este 2012. Lo que hicimos o dejamos de hacer. Las relaciones que cultivamos y las que rompimos. Las ocasiones que aprovechamos y las que dejamos pasar. Somos corresponsables, nos guste o no.
En este nuevo año, ¿qué hacer? Si uno ha quedado al margen de la actividad laboral, si se siente derrotado en esta batalla, hay que mirar alrededor. Hay otras personas que también fueron expulsadas del sistema –un sistema que se está cayendo a pedazos- y con las cuales podemos colaborar para buscar nuevas pistas de actuación.
Los desafíos que afrontamos son enormes. Las antiguas soluciones ya no nos funcionan. No vamos a componer la economía sólo desde la economía, ni la política sólo desde la política. Necesitamos explorar nuevas formas de vivir y organizarnos. Para ello es urgente abrir espacios de diálogo creativo, valiente, salir del marasmo y la pasiva repetición de lo que ya sabemos hacer.
Las redes sociales y los modos nuevos de comunicación son un recurso extraordinario que nos viene como anillo al dedo en esta situación. Más allá de compartir anécdotas e imágenes, necesitamos hablar, proponer, enlazar, conectar a los grupos e instituciones que ya están probando nuevas fórmulas de convivencia, poner en común las experiencias válidas. Quizá seremos menos opulentos, el consumo bajará de ritmo, habrá menos posibilidades de compra, pero tal vez, sólo tal vez, podamos redescubrir la maravilla de no ir por carriles predefinidos, sino correr por territorios nuevos, desarrollando nuestra creatividad de otra forma.
Bienvenido, año 2013. En la urdimbre de tus días desearía ir tejiendo, con quienes quieran hacerlo, un diseño más armonioso, con más colores e hilos, donde no falte nadie que tenga algo que aportar y quiera compartirlo.