El 15 de marzo de 2016 el Ámbito de Investigación y Difusión Maria Corral presentó el libro dedicado a Doña Maria Corral titulado Creatividad Generosa. La vida de Maria Corral Cucalón (Talavera de la Reina 1896 – Barcelona 1965).
El presidente del Ámbito de Investigación y Difusión Maria Corral, Josep M. Forcada, habló sobre la persona y la vida de Maria Corral Cucalón, la cual conoció personalmente. Hizo referencia a algunas experiencias descritas en el libro: «Maria Corral ha hecho historia implicándose en la vida de todos los que se acercaban a ella. Tenía una gran capacidad para escuchar, hacía silencio y meditaba sobre la persona que tenía delante», ya que sabía aconsejar de una manera extraordinaria. También explicó el origen del título Creatividad generosa, ya que «si un artista no es creativo y no le sale nada del alma, no puede caminar hacia delante». Doña Maria era creadora de arte y de belleza. Conocía los tejidos, los colores y con esto creaba una obra de arte. Además, vivía de forma humilde, ayudando siempre de forma discreta a las personas. Por eso elegimos la palabra «generosa», ya que ella era muy generosa. Por último, compartió por qué la Asociación del Ámbito Maria Corral lleva su nombre, tal como explicita en el prólogo del libro.
El autor del libro, Jaume Aymar, explicitó que «a diferencia del Dr. Josep Maria Forcada, yo no conocí personalmente Maria Corral, a pesar de que mi paisaje vital de pequeño, fue el mismo que el que ella tuvo treinta años: la calle Làuria –ella vivía en el 89 y yo en el 21, con mis abuelos– el Hotel Ritz, la iglesia y el mercado de la Concepción, la consulta de la callista, la fábrica de caramelos, el colmado Pícara, la tienda de juguetes… Mi tía abuela, Conxita Costa de Aymar –una santa mujer– era vecina y clienta de Maria Corral y no excluyo que algún día incluso ella y yo nos cruzáramos por este barrio emblemático: la Dreta de l’Eixample, con los plátanos, las aceras anchas y las galerías de los principales, en aquellos años de los seiscientos, de las motos con sidecar y de los guardias urbanos con casco blanco, de los 25 años de paz –un lema que me daba mucha impresión– con las fotografías de Franco puestas en los escaparates. Cuando Maria murió el día 28 de marzo de 1965, yo era un mozo de siete años que hacía el primer curso de primaria, la antepreparatoria, en los jesuitas de Caspe. Quién me habría hecho pensar que acabaría participando en la biografía de aquella vecina de la calle, que fue cofundadora de la institución donde me formé y que trabajé en el ámbito que lleva su nombre!
Escribir la biografía de Maria Corral, junto con todo un equipo entusiasta, ha sido una experiencia bonita y larga. Ninguno de los que lo hemos escrito no conocimos directamente Maria Corral, pero sí que hemos conocido personas que la han tratado muy de cerca, el Dr. Alfred Rubio, Juan Miguel González que en habla con gran afecto, consciente de su trasfondo vital, Josep Maria Forcada, su albacea, Agustí Viñas… Algunas de sus clientas y amigas, especialmente Maria Comabella y Maria Rosa Serrano, todos ellos, todos vosotros, son quienes nos han ayudado a quererla sin haberla conocido.
He sido también testigo del entusiasmo del equipo: cómo se alegraban con los nuevos datos que surgían a partir de las entrevistas, como se emocionaron cuando la vieron en movimiento en una antigua película del casamiento de una clienta, al pie de la basílica de Santo Justo y Pastor, apresurada, acabando de ajustar el adorno del velo de la novia. Cómo iban descubriendo la personalidad de una mujer fuerte, como las que alaban las Escrituras. Hoy, afortunadamente, las mujeres –más de la mitad de la humanidad– vuelven a ser protagonistas de las historias, como lo son también la vida cotidiana. Ya no concebimos la historia sólo a partir de los grandes acontecimientos. La historia la construye el día a día, las madres de familia, los trabajadores, los emprendedores, los artistas…
Maria Corral era una mujer pequeña de estatura, pero grande de humanidad, castellana de alcurnia, pasada por Cádiz, que acabó recalando en Barcelona. Y esto sin olvidar sus idas durante muchos años en París, centro internacional de la moda. Sus raíces de Talavera de la Reina, a Navamorcuende (Amparo Urra, una viejita deliciosa, insistía que allí tenía las raíces) forjaron su personalidad: sobria y realista. Su paso por Cádiz, le dio el acento y la gracia andaluza, los viajes a París y su estancia en Barcelona, su toque cosmopolita. Maria Corral estaba en medio del mundo, de las clientas, de las damas de la burguesía e incluso de la aristocracia, pero su corazón estaba muy lejos de la frivolidad. Era una persona de una gran profundidad, que vivía en una sobriedad y una discreción extremas: una parte del piso muy decorado para las clientas, con cuadros y muebles de estilo, su cámara, en cambio, anuda como una celda monástica. Maria Corral decía al final de sus días: “yo sólo he tenido dos amigos en el decurso de mi vida, el trabajo y el Sagrado Corazón de Jesús. El primero ya me ha abandonado, el otro confío que nunca me abandone.”
Conservamos muy pocos escritos de Maria Corral, ninguna carta, solamente alguna dedicatoria, algún recibo. Pero esta ausencia documental queda ampliamente suplida por sus obras de arte: los sombreros que ella diseñaba con gran maestría sobre la misma cabeza de sus clientas buscando enaltecer su personalidad. Conservamos sobre todo de los años cuarenta, cincuenta y primeros del sesenta. Sombreros, gorros, pameles, casquetes, toques, tocados… de terciopelo, de fieltro, de seda, con plumas, con alas, con lazos, con llaçades, con tuls, de todo tipo de texturas y colores: verde, naranja, marrón, rojo, blanco, negro… Una avalancha de creatividad y de buen gusto para un complemento durante muchos años imprescindible. Mi padre me ha insistido siempre que era casi impensable que mujeres y hombres salieran a la calle sin nada en la cabeza: los unos con sombrero, los otros con gorra, las unas con pañuelo, las otras con mantellina… La cortesía masculina se expresaba con sombrerazos, y todavía muchos años pervivió la fórmula: cúbrase, cúbrase que cuando uno ya no llevaba sombrero, suponía un verdadero problema. La elegancia femenina con un buen sombrero, a veces, en casamientos casi fijo que obligaba a llevarlo tanto en la iglesia como en el restaurante. Maria Corral fue aprendiendo a Modas Marinette hasta que pudo establecerse por su cuenta y fundar Modas Maruja. Tuvo épocas de pujanza y también momentos difíciles como los años de la guerra civil (que castigado que fue el Eixample donde vivía!) que se tenía que ganar la vida haciendo gorras militares o los años que los gorros entraron en crisis.
Esta faceta creativa de su vida, iba acompañada de otra que era la caritativa: la Obra de la Visitación, la finca de Terrassa, la preocupación por las chicas periclitants, por las religiosas que habían dejado el convento, por los candidatos al sacerdocio. Maria Corral tenía visión de futuro, podríamos decir que era de mentalidad postconciliar, a pesar de que murió en pleno Vaticano II. Maria ayudaba a los de fuera, pero ella misma convivía en casa con una mujer con un trastorno que le dio muchos disgustos. Pero en Maria Corral se cumplía la máxima evangélica, su discreción era tal que la mano derecha no sabía qué hacía la izquierda.
Maria Corral ha dado nombre al Ámbito de Investigación y Difusión. Esto ha hecho que en el decurso de estos años, muchos lo hayan denominado sin haberla conocido, personas de todo el mundo, pensadores de relevo como José Luis López Aranguren, Salvador Giner, José Luis Sampedro, Jean Vimort, Enrique Baca, Begoña Roman, Francesc Torralba, Josep Maria Ardilla y tantos otros; que en su nombre muchos nos hayamos introducido y formado en los medios sociales. Recordamos Rosa Deulofeu (aquí hay Germà Santamaria, vicepostulador de su causa) Paco Viñas, los hermanos Francesc y Ester Romero, Albert Sáez, Antoni Huguet, Anna Bundó, Marta Burguet… y tantos otros que después han destacado en la comunicación en varios medios públicos o privados. Ella, que era la discreción personificada, no lo habría soñado nunca. En resumen, ante la vida y la obra de Maria Corral podemos decir muy bien, que nos podemos sacar el sombrero. Muchas gracias.»
Mónica Contreras, como miembro del equipo promotor de la biografía, compartió un breve testimonio del trabajo y la implicación de este equipo, que surgió del interés por conocer algo más la vida de Doña Maria. Lo hicieron motivadas por el entusiasmo que transmitieron quienes compartieron con ella y por la propia inquietud de dar a conocer la vida de una mujer valiente que creó su propia empresa para ayudar a los otros. Durante su aportación hizo referencia a los testigos gracias a los cuales ha sido posible completar la historia.
Finalmente, Margarita Amigó, como directora de la Editorial Edimurtra agradeció la confianza que el Ámbito Maria Corral depositó en la editorial y anunció su próxima edición en castellano para que pueda llegar a otros muchos lugares.